Andrea Arnold traslada sus astutas habilidades de director al mundo bovino en 'Cow', un estreno de Cannes con un gran diferencial. Es un documental que sigue a una vaca en una granja inglesa a lo largo del tiempo, observándola con atención mientras da a luz y da leche.
Los humanos solo aparecen cuando entran en su órbita, y fragmentos de diálogo nos brindan información básica. Su nombre es Luma, protege a sus pantorrillas y no se está volviendo más joven sino todo lo contrario: los años pasan rápido y su capacidad de producción
Conforme avanza la película, los espectadores se han dado cuenta de la frialdad de Andrea al representar la cruda realidad de estos animales, y muchos no han aguantado quedarse para ver el final de la cinta. ¿Qué mostraba exactamente?
El motivo por el cual 'Cow' provoca que los espectadores abandonen las salas en Cannes
Al igual que con los favoritos del Festival de Cine de Cannes, 'Fish Tank' y 'American Honey', Arnold ha elegido a una carismática recién llegada a la pantalla y ha mantenido la cámara cerca de ella en todo momento.
Si bien es posible que Luma no pueda hablar, la cámara permanece en sus ojos y en su punto de vista, invitando al espectador a proyectar sus propias suposiciones sobre ella. Fuera del diálogo escuchado, no estamos informados de ninguno de los procesos de la granja, por lo que experimentamos todo a través de los ojos de Luma y sus terneros.
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Detalles que pueden parecer humanos cuando se explican desde la distancia, parecen amenazantes y restrictivos de cerca, desde las máquinas de ordeño hasta la cauterización de los cuernos de un ternero. Arnold tiene cuidado de no presentar como "malos" a los trabajadores agrícolas: los escuchamos hablar afectuosamente con las vacas y tratar de calmarlas mientras las conducen de aquí para allá.
Estas son personas que hacen un trabajo, con alegría y con la mayor naturalidad. Pero esta película no se trata de ellos. Se trata de fomentar la empatía con un animal que no puede hablar por sí mismo, y si las opciones de edición invitan al antropomorfismo, muchos estarán convencidos de que ella lo merece.
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Hay una sensación liberadora cuando son sacadas al campo para que corran y paseen, y una sensación de dolor cuando se resisten a regresar a sus corrales. En lo que puede ser una coincidencia conveniente o no, Luma se aparea con un toro en una noche donde hay fuegos artificiales en el cielo.
La cámara captura los juegos previos, alejándose en un momento crucial para ver una explosión en el cielo. Es divertido, quizás, pero también un poco inquietante: al final, su apareamiento sigue siendo parte del comercio de su propia vida, una realidad cruda pero su realidad al fin y al cabo.
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